1. Un flujo constante: el contrabando  [1]

El negocio del contrabando consiste en general en comprar y vender mercancías legales o ilegales a un lado u otro de la frontera, e introducirlas o exportarlas de un Estado a otro sin pasar por el control aduanero. Desde el punto de vista histórico el contrabando surge cuando los Estados consolidaron las fronteras. En los Pirineos la frontera hispano francesa es el resultado de un largo proceso histórico de más de tres siglos. Durante este tiempo los Estados  establecieron  diferentes convenios y tratados y ejercieron controles políticos, militares, jurídicos y económicos sobre los territorios, controlando el comercio entre las comunidades.

El contrabando en el Pirineo Occidental parece ser una actividad bastante ejercida a partir del segundo tercio del siglo XIX.  Los puntos más altos de contrabando se presentan en los años siguientes al traslado de las aduanas del Ebro a los Pirineos (1841), durante las guerras carlistas y sobre todo en los años de la instalación de la frontera moderna (1855 – 1965). En el siglo XX,  el contrabando es practicado con frecuencia  especialmente durante las dos guerras mundiales, y la época posterior a la Guerra Civil española, y sobre todo el período entre 1945 y 1961. En estos últimos años tiene lugar en la montaña navarra uno de los picos históricos más importantes del contrabando. Durante la Guerra Civil española el valle del Baztan fue declarado por el alcalde de aquel tiempo, Gerardo Plaza, como agrícola  cuando debió declararlo como ganadero. En consecuencia la ley descartó a Baztan de cupos adicionales de cereal, este hecho así como las otras necesidades sufridas en todo el Estado, dejaron al valle totalmente deficitario de materias básicas como la harina, azúcar, aceite y otros alimentos, limitados al racionamiento. El monopolio del Estado y su control de los abastecimientos de harina, provocaron la escasez de trigo y pan. Y paralelamente, se obligó a desmontar las piedras de los molinos habituales del valle que molían el trigo, para dejar el control de la producción en manos del único suministrador legalizado, Harinas Fagoaga. Como el racionamiento no cubría las necesidades básicas, los alimentos como el aceite, el azúcar y el pan se traían de contrabando para completar lo necesario para la subsistencia.[2] 

"El contrabando en baztan contado por sus protagonistas". Editions Pamiela

Durante la mayor parte de los siglos XIX y XX, las áreas de la montaña con mayor incidencia de contrabando han sido las que se corresponden con los Valles Occidentales y Centrales del Pirineo navarro. En Navarra se trataba, concretamente, de las sub-comarcas de Bortziriak – Cinco Villas y Baztan (incluidos habitualmente en la comarca de Valles Cantábricos) y de los valles de Esteríbar, Erroibar y Aezcoa (Valles Pirenaicos Centrales). Aunque no tienen contacto directo con la frontera, también fueron bastante activos en la práctica del contrabando los valles de Malerreka – Santesteban y Leizarán (Valles Cantábricos) y los valles de Ultzama, Larraun y Sakana (Valles Pre-Cantábricos). En el norte (Iparralde), bajo administración francesa, destacaban asimismo los cantones de Ezpeleta, Baigorri y Donabane Garazi (Saint- Jean- Pied- de- Port). Estos dos sectores de la zona fronteriza coinciden, en la vertiente sur, con el espacio al que la Guardia Civil denominaba “zona caliente del contrabando”. 

Los objetivos de los contrabandistas podían ser: evitar el pago de los impuestos en los géneros de lícito comercio o bien, introducir o sacar mercancías prohibidas por el Estado; en ocasiones ayudar a pasar personas. Todo ello se podía hacer principalmente de dos maneras. Una posibilidad era pasar los géneros de contrabando por las vías comerciales principales y la otra consistía en pasar géneros generalmente de noche a través del monte, utilizando senderos escondidos o viejos caminos de pastores, etc. Estas dos formas de contrabando son bastante conocidas y gozan de una larga tradición en el Pirineo Occidental. 

La vía oficial

Esta forma de contrabando utiliza las carreteras y calles principales, los pasos de tránsito comercial oficiales. La realización de este tipo de contrabando necesitaba de cualidades como la astucia, la creatividad y el ingenio más que la fuerza. Los contrabandistas que practicaban el contrabando por las vías principales se caracterizaban por el despliegue de diferentes artimañas para pasar los géneros de contrabando. Esta forma de hacer contrabando era practicada por ganaderos, comerciantes, artesanos, empresarios locales, curas, trabajadores transfronterizos, etc. En el siglo XIX diferentes circunstancias posibilitaron la práctica de esta forma de contrabando habitualmente diurno, a pequeña y grande escala. Entre ellas  los pasos especiales para los trabajadores fronterizos, la romería a Roncesvalles, y los permisos especiales (aquites) de los ganaderos para trashumar o trasladarse en invierno con el ganado a las llanuras del norte cruzando la frontera.

Las ventas: Estos establecimientos son tradicionales en el Pirineo Occidental. Surgen en el siglo XIX con la creación de la frontera moderna. Fueron creados para ofrecer servicios a los viajeros que transitaban por los principales caminos y por las rutas comerciales. En las ventas los habitantes del otro lado del la frontera  y los viajeros podían alojarse, comer y comprar diferentes productos de comercio “legal”. Estos establecimientos se encontraban sobre la raya fronteriza, de modo que una parte de sus puertas y ventanas daban a Francia, y otra parte a España. En los periodos activos del contrabando, los contrabandistas solían aprovechar su ubicación estratégica para hacer contrabando diurno o nocturno.

El contrabando nocturno

"El contrabando en baztan contado por sus protagonistas". Editions Pamiela.

El contrabando nocturno se realiza por los pasos no habilitados para la circulación oficial de las mercancías. En la edad media esta actividad era conocida como los descaminos. En el Pirineo Occidental fue una práctica tradicional llamada en euskera gau lana o gauekolana que significa trabajo de noche. Generalmente el contrabando nocturno era practicado por los nekazaris (pequeños ganaderos), personas humildes que conocían el monte y los bosques y que trabajaban durante el día en el monte o en los caseríos y que de noche complementaban su economías con el paso entre las fronteras de paquetes, ganado o personas. El gaulana tenía tres modalidades: el paso de ganado (que corría a cargo de los ramaleros), el paso de mercancías (a cargo de los paqueteros) y el paso de personas (a cargo de los mugalaris).

El paso de ganado: los contrabandistas conocidos por el nombre de ramaleros, agrupaban los animales, les cubrían la cabeza para que no se asustaran  y los ataban unos a otros.  Si los ramaleros se encontraban con la guardia civil, soltaban el ganado y lo dispersaban por el monte. Esta práctica se empleaba sobre todo con el ganado caballar (mulos, yeguas o caballos). Cuando se trataba de ganado más pequeño – por ejemplo, cerdos, ovejas, o terneros jóvenes-, las técnicas cambiaban, adaptándose a las características de los animales. Recientemente, se hacía también contrabando de terneros jóvenes, transportándolos en vehículos particulares. En el valle de Baztan a esta técnica del contrabando de ganado se le llama culo con culo en alusión a la posición que ocupan las traseras de los vehículos al pasar el ganado de un camión a otro en la misma frontera.

El paso de mercancías: las mercancías llamadas también “paquetes” por su parte contenían diferentes géneros desde botones de nácar, instrumentos musicales, puntillas, rodamientos, perfumes, bicicletas, películas de cine, material fotográfico, penicilina, alambre de cobre, zapatos, maquinillas de afeitar, tabaco, etcétera. Para poder acarrear los bultos durante el trabajo de noche los paqueteros, como se les conocía a los contrabandistas de paquetes, solían llevar la carga al hombro o en la parte alta de la espalda, sujetos a la frente con un frontal o kopetako. Anqué se habla de paquetes y se les llama paqueteros a quienes los portan, no siempre se utilizaban aquellos envoltorios para el transporte de mercancías. Antes de la Guerra Civil, los géneros solían transportarse en sacos, e incluso en cajas de madera. En algunos casos, se han pasado también por el monte ruedas de camión o de automóvil colgadas en los extremos de un palo, que los contrabandistas sujetaban entre dos en sus hombros. Otras veces se trata de géneros imposibles de transportar en paquetes y al hombro, por lo que se utilizaban también otras técnicas. Una de las más frecuentes era llevar los paquetes a lomos de mulos.

El paso de personas: los contrabandistas habituales de ganado o de paquetes, en determinado momento ayudaron a pasar la frontera a personas que lo necesitaban. Estos contrabandistas eran conocidos como los mugalaris y prestaron ya servicios de este tipo durante las guerras carlistas. En las dos guerras mundiales ayudaron también a pasar a España a personas que corrían el riesgo de ser apresadas o fusiladas. A la inversa durante la guerra civil española y los años posteriores a la contienda, los contrabandistas ayudaron a cruzar la frontera a muchos republicanos, nacionalistas vascos y a otros perseguidos del régimen franquista. Durante la segunda guerra mundial (concretamente entre 1941 y 1944), en el extremo occidental de la zona fronteriza costera e interior (Navarra, Guipúzcoa y Lapurdi), se pusieron  en marcha diferentes organizaciones dedicadas al paso clandestino de personas a través del Bidasoa. La más conocida se llamaba la "red Comète", y se cuidaba de coordinar todos los aspectos necesarios para el cruce clandestino de las personas: desde el albergue provisional de los fugitivos, hasta el acuerdo con los mugalaris  y la acogida posterior de aquellos en Francia. Normalmente, los mugalaris solían cobrar sus servicios, aunque en determinados casos (sobre todo, durante la guerra civil y durante el franquismo) prestaron su ayuda gratuitamente. A partir de los años sesenta y setenta del siglo XX, los mugalaris se emplearon en el paso ilegal de inmigrantes portugueses. Aunque algunos mugalaris llegaron también a prestar este servicio de manera desinteresada (sin cobrar), otros se aprovecharon de la necesidad de los inmigrantes para enriquecerse a su costa.

Los géneros transportados

En la Antigüedad, los géneros de contrabando más frecuentes eran el cobre, oro y estaño. Las joyas, sedas, especias y perfumes procedentes de Extremo Oriente y Arabia fueron también objeto habitual de contrabando entre egipcios y romanos. Estos últimos hicieron también contrabando de esclavos. En la Edad Media, el contrabando más importante fue el de las especias, seguido del contrabando de oro, marfil y piedras preciosas. También el contrabando de piezas religiosas y el de algunos productos exóticos como el opio, o la “momia egipcia”, tuvieron su importancia en el tiempo de las Cruzadas.   En la época Moderna, se destaca el contrabando de sal. En el siglo XX, el contrabando de tabaco, el contrabando de armas, el tráfico de drogas y el paso clandestino de personas (este último relacionado con la inmigración) son algunas de las formas más relevantes. Otros de los géneros de contrabando más frecuentes fueron las puntillas, los licores principalmente el coñac y el champán francés, y el café el cual se transportaba desde el valle de Baztan en grandes sacos de 60 kilos.

La participación femenina

Pese a su papel limitado en la sociedad de los años 50, las mujeres colaboraron con el transporte de géneros. Hubo mujeres que venían desde Gipuzkoa en tren, a vender pescado o puros y volvían con carne para sus familiares. Las denominadas “pescateras”, una media docena de mujeres, traían en tren el pescado al valle de Baztan y lo vendían en carretillas por las casas y en mesas que montaban en el mercado. También traían como mercancías puros franceses y otros tabacos, según la cavidad de sus cestas. De vuelta, repetían la operación, ahora llevando carnes compradas tras vender el pescado. En el viaje de regreso colocaban las cestas debajo de los asientos y detrás de las faldas, para disimilar que iban cargadas. Estos viajes se realizaban casi todos los días laborables.

A parte de las pescateras, durante el recorrido del tren del Bidasoa había otras mujeres que bajaban en Bera o Lesaka. También dejaban encargos a lo largo de pueblos y estaciones.[3]

La percepción del contrabando

En el Pirineo Occidental la práctica del contrabando tanto en el pasado como hoy ha sido considerada con diferentes matices. Por una parte, el contrabando es visto como una actividad ilegal, un delito practicado por unas pocas personas, algunos contrabandistas profesionales y algunos ganaderos pequeños que poseen los conocimientos tradicionales de la montaña. Por otro lado, el contrabando es considerado como una práctica tradicional que se compone de diferentes elementos culturales tales como las leyendas, los mitos, los rituales, los discursos y representaciones presentes en la memoria colectiva del Pirineo Occidental.

 

 

2. Los fugitivos y las redes de evasión en la montaña vasca

En junio de 1940 nueve meses después del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Francia se rinde ante la ofensiva de la Alemania nazi. Los dos países firman un armisticio el 22 de junio de 1940 en la comuna de Rethondes. Una de las clausulas del armisticio estipulaba que Francia quedaba dividido en dos por una frontera interior llamada “línea de demarcación”. Por un lado la zona ocupada” que estaba controlada por militares alemanes y por el otro la “zona no ocupada” controlada por el General Pétain. Esta “línea de demarcación” comenzaba en Arnéguy, subía hacia Saint- Jean- Pied-  de- Port y Mauléon, pasaba por Salies de Béarn dividiendo en dos a Zuberoa y continuaba hasta cerca de la frontera suiza. La gran emigración producida después de la ofensiva nazi lleva a la organización de redes de evasión. Muchas de ellas partían de Saint- Jean- Pied- de- Port.[4]

La diversidad de caminos recorridos en la región

Gracias a las líneas de tren y de bus que conectan Saint- Jean- Pied- de- Port  con Bayonne, esta ciudad francesa fue un lugar de destinación bastante privilegiado por las personas que buscaban escapar del territorio francés. De junio de 1940 a finales de 1942, la línea de demarcación hizo de Saint- Jean- Pied- de- Port un punto sensible de pasaje hacia la zona libre. Su cercanía con Valcarlos, primer pueblo navarro en territorio español y la facilidad en términos geográficos del trayecto favorecían  la evasión por esta zona. Aunque el trayecto entre Saint- Jean- Pied- de- Port  y Valcarlos parecía sencillo la presencia de los soldados alemanes encargados de controlar los ocho kilómetros que separan Saint- Jean- Pied- de- Port de Arnéguy complicaba la tarea. El control en la zona se reforzó en noviembre de 1942 con la ocupación de la zona libre y la creación de una “Zona de Reserva Pirenaica” en la cual sus habitantes recibieron documentos de identidad especiales.

A pesar del refuerzo de vigilancia alemana en la montaña vasca en el valle del Baztan y el valle de los Aldudes diferentes redes de evasión se organizaron y llevaron a cabo el paso de personas a través de la montaña en terrenos de difícil acceso y en condiciones extremas. Entre las líneas de pasaje más conocidas que atravesaban estos valles se encuentran: “la ligne Talence”, la “Filière de Pierre” (Pierre Inda), que llegaba  sobre la ruta de Burguete, la “red de Trugnier” que terminaba cerca del cordón de vigilancia de Valcarlos, la “red des Rois Catholiques” que pasaba por Roncesvalles - el camino de Roland-, la de “la Fille Mère” de los Aldudes en Errazu; algunas de estas redes fueron ramificaciones de la “red comète”[5]. Una parte de esta red fue desmantelada al principio del año 1943, la filial y sus pasadores encontraron otras vías para llegar a España minimizando los riesgos de captura de los enemigos. Mixel Esteban menciona en particular un camino hacia la libertad para los aviadores británicos y aliados en el valle de Baztan, vecino al valle de los Aldudes. Esta línea de evasión salía  de Bidarray, en la provincia vasca de Baja-Navarra y llegaba al pueblo de Elizondo en España[6]. Según parece este  trayecto fue realizado el 14 de febrero de 1943 con Martin Orthategaray como guía[7], un mes a penas después de la detención de Andrée de Jongh, fundadora de esta red de evasión.

La red de evasión Comète no fue la única en buscar pasos más al este, por los valles pirenaicos menos vigilados por la policía Alemana.  La cofradía "Notre-Dame" de Castille  y, más precisamente, su sub-red de evasión "Helhorga" hizo también pasar la frontera a fugitivos aliados. Louis Pouillenot atesta de una vía de pasaje por el valle de los Aldudes[8]. La salida de la expedición se hacía en el café de los Aldudes, dirigido en esta época por Anne y Celestine. Allí era donde los candidatos para la evasión estaban acogidos por el pasador. Esta filial estaba bajo la responsabilidad de Fernand Cazetou, maestro en Banca y luego en Urepel, conocido bajo el mote de "baker" o de "l'Isard". El paso hacia España fue asegurado por Pierre Inda.[9]

Testimonio de Jean Elissetche – Saint- Jean- Pied -de -Port [10]

“Al inicio de la Ocupación, los pasajes se hacían fácilmente ya que los alemanes no estaban organizados para realizar la guardia. Después, designaron a la guardia los que nosotros llamábamos los ‘Austrichiens’, que vigilaban la línea de demarcación con sus perros. En un comienzo, cuando se topaban con algún joven del pueblo no le prestaban mucha atención, pero después, cuando los jóvenes se veían acompañados de otras personas, los guardias los detenían a todos rápidamente. Sin embargo muchos de esos aduaneros no eran jóvenes malos.

En Saint- Jean- Pied- de- Port los pasajes más frecuentes fueron los que se hacían hacia la zona libre. Antes de 1942, Arnéguy, por ejemplo, estaba dividida en dos, mientras el barrio Ondarolle estaba en zona libre, igual que los pueblos de Saint Michel y Çaro. Nosotros pasamos cantidades de personas, centenas. ¡Fue increíble! A partir de 1942, cuando Francia entera fue adjuntada, tocó entonces encaminar la gente directamente hacia España. Antes también lo hacíamos pero con menos frecuencia.

Nuestro trabajo consistía primero en localizar y agrupar la gente, los que nos contactaban por su cuenta o los que nos traían.  La gente llegaba por todos los medios posibles, en bus, en camión, en bicicleta y en bicicleta ya que los caminos facilitaros la tarea. Había un hombre de apellido Paillé que garantizaba el transporte del correo en la línea de tren entre Saint-Jean- Pied-de-Port y Bayonne, él escondía la gente en su vagón y los llevaba en seguida al depósito de la SNCF. En ocasiones yo fui a recuperar personas en ese lugar y otros en un bar tenido por un viejo que se llamaba Hillion, en ocasiones las personas podían esperarme en otro bar.

Conseguíamos documentos de identidad  falsos para algunas personas gracias a Pierrette Montaut que vivía en Boucau – Tarnos. Una de sus amigas o parientes, la señora Ponsolle, trabajaba en el ayuntamiento: era ella que hacía los papeles falsos.    

Si por una razón u otra yo no podía hacer los pasajes en la misma noche, llevaba la gente a la casa; mis padres eran formidables. Para los pasajes de la frontera trabajé con un joven de Arnéguy, Bernatené. Muy poca gente conocía la red que yo había creado y los que pasamos caminaron conmigo y con Bernatené, por supuesto que también había los que ayudaban hasta Saint- Jean- Pied- de- Port.

Yo aseguraba los pasajes yo mismo sólo o con Bernatené, él venía de Arnéguy para reunirse conmigo, él iba por delante, tanteando el terreno. Para atravesar la carretera antes del pueblo había una especie de puente bajo el cual se encontraban unos tubos grandes. Entrabamos por ahí y pasábamos por abajo hasta un molino donde traspasábamos un canal de agua. Pasábamos delante de una pequeña venta, la casa Laket – Leku y subíamos hacía Valcarlos.

Una vez dejábamos la frontera yo aconsejaba a los chicos de presentarse directamente a la policía. De todas formas todos se habían liberado de sus papales, verdaderos o  falsos, ya que una vez eran arrestados y para evitar ser devueltos a la frontera, algunos afirmaban ser canadienses”.  

Un segundo itinerario de pasaje, que también fue bastante recorrido, fue aquel del valle alto de la Nive. Este trayecto partía cerca del pueblo de Ossès, seguía el rio Nive de los Aldudes durante una decena kilómetros hasta el pueblo de Saint-Étienne-de-Baïgorry y sus múltiples variantes fronterizas. Entre ellas el puerto d’Izpeguy que conducía rápidamente a Errazu y después a Elizondo en el valle de Baztan. En los Aldudes el pasaje de la frontera se hacía por el puerto de Urkiaga vía Esnazu o por el puerto de Burdinkurutxeta vía Urepel. El interés de esta zona se basa en la instalación de diversas redes de evasión y de servicios secretos federados desde Madrid por la Misión de relación de mando civil y militar de Argel, también llamada la ‘Base Espagne’.

Testimonio de uno de los jefes de la ‘Base Espagne’, Pierre Vuillet, conocido con el seudónimo de Ippécourt.

 “Nuestras líneas especializadas cubren toda la frontera, pero son más activas en las regiones donde la montaña es pequeña, en Cataluña y en el País Vasco. […] Si se sale de Tarbes o Pau, más vale ir hacía la montaña pequeña, en pocos kilómetros se encontraban las filiares que aunque muy vigiladas requerían un esfuerzo físico menor. El enclave de los Aldudes es un centro importante. Todas las líneas de San Juan de Pie de Puerto llevan allí, dispersándose en abanico por Saint-Étienne-de-Baïgorry, Urepel, Arnéguy, Valcarlos y otros pueblos, todos organizados para el contrabando cotidiano de la evasión. […] Las redes presentes más hacia el oeste eran menos penosas en materia de evasión. Partiendo de Hasparren, Espelette, Urrugne, Saint Jean de Luz y Ascain a ambos lados de la Rhune a menos de 900 metros habían senderos de pequeña montaña que exigían pocas horas de caminata. Dancharia sobre la frontera era una región de fácil acceso que conducía al pueblo vasco de Elizondo”. [11]

 

 

 



[1] PERALES DIAZ, José Antonio. Fronteras y contrabando en el Pirineo Occidental. 2004, Pamplona: Gobierno de Navarra.

[2] ESARTE MUNIAIN, Pedro. El contrabando en Baztan contado por sus protagonistas. 2011. Pamplona: Pamiela.

[3] ESARTE MUNIAIN, Pedro. El contrabando en Baztan. Contado por sus protagonistas. 2011. Pamplona: Pamiela. pag. 47 - 56

[4] JIMENEZ DE ABERASTURI, Juan Carlos. De Bruselas a Londres pasando por Oyarzun y Renteria. El itinerario de la red "Comète". [En línea]  http://www.euskonews.com/0358zbk/gaia35801es.html

 

[5] LOUGAROT, Gisèle. Dans l’ombre des passeurs. 2004. San Sébastian: Elkar. Pag. 65

[6] Mixel Esteban, Regards sur la Seconde Guerre mondiale en Pays Basque, Elkarlanean S.L., Donostia, 2007.

[7] http://www.evasioncomete.org/aFichesChrono.html

[8] Louis POUILLENOT, Basse-Pyrénées Occupation Libération 1940-1945, J&D Editions, Biarritz, 1995, p.74

[9] Ibid., p.133

[10] LOUGAROT, Gisèle. Dans l’ombre des passeurs. 2004. San Sébastian: Elkar. Pages 124 – 126

[11] LOUGAROT, Gisèle. Dans l’ombre des passeurs. 2004. San Sébastian: Elkar. Page 65 

 

 

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